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Comienza danza de favoritos para relevar a Benedicto XVI

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ROMA, 3 de marzo.– El cónclave debe todavía iniciar, y sobre quién será el sucesor de
Benedicto XVI ya corren las apuestas entre los simples mortales (todos tienen a su favorito), y los representantes de Dios en la Tierra (quien más de uno se ve con posibilidad).

Desde que Benedicto XVI anunció su renuncia, prácticamente no ha habido día en que  no haya sorpresas, primero sobre los cardenales que participarán en el cónclave, y luego entre quiénes de los cardenales tienen más posibilidades para suceder a Joseph Ratzinger.

Ya entre los cardenales presentes en Roma, quienes comenzarán mañana las llamadas congregaciones (consultas de orientamiento) comenzó a surgir un nuevo nombre: el del brasileño Odilo Pedro Scherer, quien también es de origen alemán.  El arzobispo de Sao Paulo es cercano a Tarcisio Bertone, por lo que se encuentra entre dos fuegos: los aliados al ex secretario de Estado y sus detractores.

Sin embargo, Scherer tiene experiencia en la Curia romana y en la congregación de obispos, además de tener experiencia en cuestiones financieras, pues es uno de los cinco cardenales que vigila las actividades del Instituto para las Obras de Religión (IOR) o Banco Vaticano.

Hay otras voces que dicen que el nuevo Papa vendría nuevamente de Europa, pues del Viejo Continente son al menos 60 conclavistas, quienes tampoco verían mal al arzobispo de Budapest, Peter Erdo como un fuerte candidato, pues es presidente de los episcopados europeos.

Otro que se cotiza alto desde que Ratzinger anunció su renuncia, es el arzobispo de Viena Christoph  Schönborn, quien es considerado conservador, pero con gran capacidad de diálogo con los sectores más rebeldes de su iglesia. Además es padrino de YouCat, un catecismo para jóvenes muy apreciado en todo el mundo. Pero entre los más nombrados sigue siendo Angelo Scola, arzobispo de Milán.

No por ello dejan de comentarse otros nombres como el del arzobispo de Boston, Sean O’Malley, que representaría a Estados Unidos y Sudamérica, pues ha sido misionario en la Isla de Pascua, además de que, en medio de los escándalos de pedofilia en Estados Unidos, O’Malley supo conservar su credibilidad. De él dicen que si es elegido, su nombre podría ser Francesco I.

El viernes pasado causó mucha sorpresa que en Roma habían pegado decenas de carteles con la imagen del cardenal ghanés Peter Turkson. “Voten por Peter Kodwo Appiah Turkson en el cónclave”, decía uno de los carteles con la imagen del cardenal.

Sin embargo, la realidad es que la historia de los cónclaves demuestra que no importan los favoritos, todo puede cambiar en el último momento, y de hecho, quien se promociona demasiado, puede ser muy penalizado.

Reuniones llenas de intrigas

Los cónclaves a lo largo de la historia siempre han estado llenos de golpes bajos, desencuentros, y acuerdos en lo
oscurito que obviamente, siempre han tenido su halo de misterio e intriga.

Hace 35 años, cuando se debía elegir al sucesor de Juan XXIII, la víctima excelente de una operación de este tipo fue el cardenal Giuseppe Siri en 1978, en el cónclave cuando se eligió al Papa polaco y él, Siri, estaba entre los favoritos.

Marco Tosatti, experto en cuestiones vaticanas,  recuerda aquel momento como una verdadera trampa, pues la candidatura de Siri parecía que nadie la podía tirar.

Siri era considerado un conservador, a quien se le oponía con Giovanni Benelli, quien era obispo de Florencia y era bien visto en las izquierdas. Sin embargo, lo apoyaban varios más entre los que estaban el cardenal Stefan Wyszynski, primado de Polonia.

“Pero el 14 de octubre, a pocas horas de iniciar el cónclave, sobre la Gazzetta del
Lunedì
’, una inserción del Corriere della Sera de Génova, se publicó una entrevista con Siri, quien atacaba duramente algunas reformas del Concilio, particularmente, las de la colegialidad episcopal.

“Ni siquiera sé qué quiere decir el desarrollo de la colegialidad episcopal. El Sínodo no podrá jamás convertirse en instituto deliberativo de la Iglesia porque no está contemplado en la constitución divina de la Iglesia. Podrá, al máximo convertirse, si el derecho canónico lo admite, en una institución eclesiástica pero no en un derecho divino”, dijo en aquella ocasión Siri.

Tosatti cuenta que el cardenal había pedido que la entrevista fuera publicada cuando los electores hubieran salido del cónclave, sin embargo, en plena auscultación, los cardenales encontraron la nota en sus carpetas y Siri perdió así los favores de una parte de los purpurados.

“Es muy probable que sin la publicación anticipada de la entrevista, Siri hubiera podido ser el elegido”, asegura Tosatti.

Recuerda que cuando murió Juan XXIII ocurrió otra cosa. En una reunión secreta, llevada a cabo el 18 de junio de 1963, en el convento de los frailes capuchinos de Frascati, estaban los cardenales llamados ‘progresistas’, convocados por el cardenal Clemente Micara, amigo de muchos años del cardenal Juan Bautista Montini, quien era arzobispo de Milán y el candidato con más posibilidades.

Llegaron, entre otros, los cardenales Leo Jozef Suenens, de Bélgica; Joseph Frings, de Alemania; Achille Liénart, de Francia; Bernard Jan Alfrink, de Holanda; Paul-Émile Léger, de Canadá; Franz König, de Austria, y el mismo Montini.

Los progresistas temían un cónclave duro, y a Concilio abierto, hicieron un acuerdo, aunque sabían que podían ser criticados. Así, decidieron apoyar la candidatura de Montini y fue electo entonces como Paulo VI, el 21 de junio de 1963.

Algo escandaloso ocurrió en el cónclave de 1903, cuando fue elegido Pío X. La competencia era abierta con Mariano
Rampolla del Tíndaro, secretario de Estado del Papa apenas desaparecido, León XIII.

El cardenal de la corona austriaca, Jan Puzyna, príncipe obispo de Cracovia, se levantó cuando a Rampolla le faltaban pocos votos para ser elegido. Puzyna entonces extrajo de una bolsa un documento recibido de Viena y dijo que el emperador Francesco Giuseppe I de Austria, aprovechándose del antiguo ius exclusivae, ponía un veto contra Rampolla pues lo consideraban “demasiado francés y antiaustriaco”.

Un cardenal entonces lo calificó como un episodio disgustoso.

Así, cuando Pío X llegó al poder, abolió de inmediato el derecho de veto de las potencias políticas.

Scherer, uno de los impulsados

Anoche el periódico italiano La Stampa, reportó que un nuevo grupo estaría en movimiento para llevar al Trono de Pedro al primer Papa latinoamericano de la historia, al lado de un secretario de Estado italiano o argentino de orígenes italianos.

Así como “en 2005, algunos cardenales influyentes se habían puesto en marcha para la elección de Joseph Ratzinger, ahora, casi ocho años después, un nuevo grupo estaría promoviendo un Papa latinoamericano”, confirmaron fuentes autorizadas a La Stampa.

Entre los protagonistas de esta iniciativa habría dos  purpurados de peso como el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, y el cardenal Giovanni Battista Re. “Y no hay que excluir que se sumen otros curiales italianos a esta tendencia.”

El “papable” de este grupo es el arzobispo de Sao Paulo Odilo Pedro Scherer, brasileño de 63 años que de 1994 a 2001 trabajó como oficial en la Congregación para los Obispos y a quien el mismo cardenal Re, que dirigía el mismo dicasterio, promovió a la dignidad del episcopado. “Scherer es un latinoamericano que goza de  prestigio, tiene un apellido alemán, es de modales bien medidos que podrían llevar a considerarlo poco latino y además habla bien el italiano”, reportó el periódico.

 En estos días, su nombre ha aparecido en varias de las conversaciones de los cardenales. Una de las intenciones de sus “patrocinadores” curiales sería llevar por primera vez a un prelado latinoamericano al Trono de Pedro, pero siempre y cuando hubiera a su lado un secretario de Estado que conozca bien la Curia romana.

El del argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y Sustituto durante la última fase de Juan Pablo II y el comienzo de Benedicto XVI, también se escucha por los pasillos de la Secretaría de Estado.

No más renuncias

Un cardenal australiano expresó la esperanza de que la renuncia del papa Benedicto XVI no siente un precedente, porque a la Iglesia católica Romana no le conviene que “el Sucesor de Pedro entre y salga”.

El cardenal George Pell dijo en una entrevista: “Espero que no entremos en una sucesión de papas que renuncien rápidamente”.

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Autor : 
Cynthia Rodríguez
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