
CIUDAD DE MÉXICO, 24 de marzo.- Una hora, equivalente a 60 minutos, traducida en tres mil 600 segundos, fue el tiempo que duraron apagadas las luces de importantes monumentos de la Ciudad de México, como la Columna del Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, la Diana Cazadora, el Hemiciclo a Juárez y la Plaza de Tlaxcoaque.
Las acciones formaron parte del movimiento mundial La Hora del Planeta, el cual busca concientizar a la población acerca del uso desmedido de los recursos naturales.
Por quinto año consecutivo, la capital del país se sumó al apagado que simultáneamente realizaron ciudades como Nueva York, Sydney, Moscú, Kualu Lumpur y Berlín, entre otras, a las que no les importó quedarse a oscuras, frente al mensaje de cuidado al medio ambiente que logran fomentar entre la población.
Vanessa Pérez Cirera, directora de Cambio Climático y Energía del Fondo Mundial para la Conservación (WWF por sus siglas en inglés), organización promotora del evento, explicó que el apagado es realmente simbólico, ya que no significa un ahorro en materia de electricidad, pero da lugar a una reflexión sobre cómo se puede y se debe comprometer la ciudadanía con acciones sencillas y concretas, pero definitivas y benéficas, para mejorar el entorno natural.
“La idea de la Hora del Planeta es hacer un vínculo entre nuestras prácticas de consumo y producción, entre nuestro estilo de vida y la salud del planeta”, indicó momentos previos al apagado de la Columna del Ángel de la Independencia.
La temática de este año en torno de la Hora del Planeta fue el reto mutuo entre los ciudadanos para cuidar el medio ambiente titulado “Yo hago, si tú haces”, dando paso así a compromisos más ambiciosos en favor del planeta, especialmente en el gasto de energía, cuya generación es la causante de la emisión de tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero, activadores del calentamiento del globo terráqueo.
En el marco del apagado del monumento capitalino, Tanya Müller, secretaria de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, dijo que es necesario que la población tome conciencia de las implicaciones ambientales de los hábitos diarios que, en la medida en que se reconozcan los abusos que éstos ocasionan a la naturaleza, se puedan modificar.
En 2007, alrededor de 2.2 millones de personas participaron en la primera campaña La Hora del Planeta en Sidney, Australia; el movimiento se ha expandido hasta llegar a siete mil ciudades y pueblos en 152 países y territorios con cientos de millones de personas participantes.
Otros estados y ciudades del país se unieron también apagando algunas decenas de minutos sus plazas principales.




