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Comicios cruciales; alemanes deciden su futuro

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BERLÍN, 22 de septiembre.— Los peatones que caminan frente al moderno edificio que alberga el cuartel general de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en Berlín tienen la posibilidad, desde hace unos días, de contemplar un enorme cartel que muestra el rostro amable y sonriente de Angela Merkel, acompañado de un texto sugerente y que pretende resumir la labor realizada por la canciller en los últimos ocho años: “Alemania es fuerte y debe seguir siéndolo”, dice.

No muy lejos de la sede de la CDU, un gigantesco cartel colocado a un costado de la estación central de ferrocarriles de la ciudad, y que mide 70 metros de largo y 20 de alto, sólo muestra las manos de Merkel con sus dedos formando un rombo, un gesto recurrente cuando la canciller posa ante las Cámaras. Pero el texto que acompañó la propaganda más subliminal de la CDU en esta campaña electoral, hace referencia a una realidad que causa envidia a su principal adversario, el candidato socialdemócrata, Peer Steinbrück: “El futuro de Alemania está en buenas manos”.

No es una casualidad. Cuando la lucha electoral entró en su recta final, el equipo que diseñó la estrategia publicitaria de la CDU, decidió personalizar la campaña en la figura de la actual canciller. Ante los micrófonos, Merkel prometió nuevos puestos de trabajo, crecimiento económico, firmeza para luchar contra la crisis y justicia social, pero su mensaje más importante tuvo que ver con ella misma. Donde su partido es fuerte y donde gobierna Merkel, existe estabilidad.

Para convencer a los 62 millones de alemanes que acuden hoy a las urnas, la canciller puso énfasis en una imagen que la muestra como la “madre de la nación”, una jefa de gobierno que está por encima del bien y el mal, que evita la confrontación y los golpes bajo el cinturón. “Nosotros” es la palabra clave de la campaña de la democracia cristiana, una elección que engloba a todos los electores y que hace innecesaria la polémica con sus rivales socialdemócratas

La sede central del SPD ubicada en el barrio de Kreuzberg sólo está adornada por las banderas del partido y en los alrededores se pueden ver carteles que muestran el rostro seguro y sonriente del candidato, Peer Steinbrück, acompañado de una frase que admite con modestia que el triunfo no está asegurado y que sólo el resultado de las urnas será el que decida quién gobernará a la mayor potencia económica de Europa en los próximos cuatro años. “La decisión está en tus manos”, reza el texto, una invitación no exenta de riesgos.  

El SPD y su candidato, agobiado por los sondeos que desde un comienzo pronosticaron una derrota, una tendencia que parece será confirmada hoy, apostaron por un ataque frontal contra la canciller.  “Merkel no tiene ninguna dirección y sólo avanza en círculos. Por eso no sufre accidentes”, dijo Steinbrück en un mitin realizado el jueves en Berlín, quien aún no ha enterrado su sueño de formar una coalición con el partido ecologista Los Verdes. Pero ambos partidos no serán capaces de obtener una mayoría parlamentaria.

Ella se ha dedicado durante cuatro años a levantar el dedo para ver de qué lado sopla el viento, cuando lo que hay que hacer es emplear el índice para señalar la dirección”, sentenció el candidato al echarle en cara a la canciller que el país está inmerso en un peligroso inmovilismo y que es necesario cambiar el rumbo en la política europea que ha impuesto la canciller en los últimos cuatro años. “Tenemos que seguir siendo buenos vecinos, algo que se ha puesto en duda en la última legislatura”, dijo, al referirse a la gestión de la crisis de la zona euro y la necesidad de ayudar financieramente a los países con dificultades como España, Grecia y Portugal.

La tradición electoral alemana, de por si monótona, excluye la posibilidad de que la prensa, como sucede en Estados Unidos, pida el voto para un candidato, aunque los principales medios utilizan un cuidadoso malabarismo lingüístico para expresar sus preferencias.

Pero en el tramo final de la campaña, los medios provocaron una ola de incertidumbre al asegurar que los resultados están totalmente en el aire. “Empate entre gobierno y oposición”, anunció el influyente periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. “En la noche electoral todo es posible”, añadió Die Welt, un medio que no oculta sus simpatías por Merkel.

La televisión pública también aportó un grano de arena a la incertidumbre al hacerse eco del empate técnico que predicen los sondeos y muchos comentaristas recordaron que, tanto en 2005 como en 2009, los institutos demoscópicos habían pronosticado un cómodo triunfo electoral de Merkel, pero en ambas ocasiones la CDU obtuvo siete y nueve puntos por debajo de lo que preveían los sondeos. ¿Sucederá lo mismo esta noche y los resultados obligarán a Merkel a buscar una alianza con el SPD para formar gobierno?

La incertidumbre que contagió a las sedes de los partidos políticos en Berlín tiene que ver con dos factores imprevisibles como son la entrada al Parlamento del partido Liberal, actual aliado de Merkel o del partido antieuropeo, Alianza para Alemania. El primero lucha con dientes y muelas para obtener el 5% que le asegura una representación parlamentaria y el segundo puede ofrecer la gran sorpresa, si se confirman varios pronósticos que le aseguran el ansiado porcentaje, un resultado que haría trizas la posibilidad de reeditar la actual coalición de gobierno.

En una desesperada carrera contrarreloj y con la certeza de que más de 30 por ciento de los electores aún no sabe por quién votar, Steinbrück prometió que hará campaña hasta el cierre de los colegios electores. Merkel, en cambio, volvió a recuperar su aire de estadista al cerrar su campaña en Berlín y pidió el voto para lograr un “mandato fuerte” que le permita asegurar, en los próximos cuatro años, que Alemania siga siendo un país “fuerte y respetado”.

En medio de una marea humana que portaba pequeños carteles donde se leía la palabra “Angie”, la canciller también hizo referencia a un tema que tiene en estado de alerta a Europa y que refleja la importancia que ha cobrado Alemania en el seno de la Unión Europea, donde varios países esperan, a partir del 23 de octubre, una serie de regalos que le fueron denegados a causa de la campaña electoral.

La estabilidad del euro no es sólo una buena cosa para Europa, sino tiene un interés fundamental para Alemania. La estabilidad asegura nuestro bienestar y nuestros puestos de trabajo”, señaló la canciller. ”A nuestro país le irá bien sólo si a Europa le va bien, por eso tenemos que ser solidarios con nuestros socios que tienen problemas”.

Actualmente cuatro países europeos se encuentran bajo la tutela de los países del euro y que fueron sometidos a una dura política de reajuste fiscal para poner en orden sus finanzas públicas. Irlanda, España, Portugal y Grecia. Aunque los tres primeros parecen haber superado la crisis, lo más probable es que el país helénico necesitará más ayuda. Pero los cuatro saben, pase lo que pase hoy, que será en Berlín, donde se aprueben o rechacen nuevos paquetes de ayuda, una realidad que le quitaba el sueño a François Mitterrand y a Margaret Thatcher, cuando los dos ex mandatarios fueron testigos de la caída del Muro.

Los dos líderes europeos temían que la nueva Alemania que estaba por nacer acabara con la estabilidad global que existía en aquella época y que el continente volviera a sufrir la hegemonía germana. Mitterrand fue un poco más lejos y no ocultó su temor de que la unificación alemana provocaría el resurgimiento de un país maligno y expansionista que dominaría Europa, incluso con mucho más territorio del que llegó a conquistar Hitler.

La pesadilla de Mitterrand y Thatcher no se hizo realidad, pero Berlín, convertida ahora en la capital informal de la Unión Europea, es la única ciudad donde suena el teléfono de Europa que exigía Henry Kissinger cuando era secretario de Estado estadunidense. “El traspaso de poder de Bruselas a Berlín se aceleró con la crisis del euro”, afirmó Ullrich Beck, un respetado sociólogo germano. “Alemania es el país más rico y más poderoso desde el punto de vista económico de toda Europa. En el marco de la actual crisis, todos los países deudores dependen de que los alemanes estén dispuestos a avalar los créditos necesarios”.

Después de las elecciones de hoy no habrá regalos de Navidad bajo el árbol para nadie en Europa y, sin importar la composición del nuevo gobierno, Alemania seguirá, a causa de su poderío económico, marcando el rumbo que debe seguir la Unión Europea y especialmente los países que pertenecen a la zona euro, un giro crucial en la historia europea.

Tan sólo 23 años después de la unificación de Alemania, el viejo continente ha comenzado a vivir un nuevo y extraordinario capítulo que ningún visionario habría querido predecir, cuando la orgullosa Wehrmacht de Hitler capituló en forma incondicional ante los aliados en un lejano mes de mayo de 1945. Alemania, el mismo país que intentó doblegar a las democracias europeas para crear la gran Germania, un imperio ario que debía durar mil años, asumió ahora.

Misión de liderar el proceso de integración europea que debe evitar, de una vez y para siempre, nuevas crisis económicas que pongan en peligro la divisa comunitaria, una tarea que los alemanes encomendarán hoy, con toda probabilidad a Angela Merkel.

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Autor : 
Enrique Müller/ Especial
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