
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de junio.- Imagine ser una de esas ardillas voladoras, dotadas de membranas entre las patas, que se abren cuando emprenden el vuelo y saltan de árbol en árbol. Pero ahora agregue a esta imagen la sensación de pasar extremadamente cerca de paredes, piedras y árboles.
Esto es lo que experimentan los practicantes de un deporte extremo llamado vuelo de proximidad o proximity fly, que consta de saltar de un acantilado enfundado en un traje nombrado wingsuit, que se despliega al momento de abrir los brazos y piernas, lo que ayuda a pasar cerca de las paredes; sin embargo, de no controlar el cuerpo y el traje de la manera adecuada, éste puede ser un deporte con fatales consecuencias.
Tanto así, que de 1998 a 2011 59 personas fallecieron en su intento por volar con un wingsuit, aun utilizando un paracaídas que debería desplegarse casi al final del vuelo de acuerdo con datos de BASE, una organización mundial dedicada a promover los deportes de vuelo extremo. Para ésta, la mayoría de estos accidentes pueden prevenirse y tienen que ver con una falla en el cálculo del viaje.
Vivir para contarlo
No todas las historias terminan en muerte, aunque tienen consecuencias que sacan de circulación al volador más experto.
Tal fue el caso de Jeb Corliss, quien sufrió un accidente el año pasado cuando se golpeó en las piernas mientras volaba cerca de un risco, quedando malherido a causa de las fracturas en ambas extremidades.
A pesar de este percance, Corliss asegura en un video de YouTube sentirse atraído por el temor, pues “el miedo siempre me ha motivado en mi vida y me ha hecho hacer cosas distintas a las comunes.”
Relata que una vez que se da ese paso fuera de la montaña, a miles de pies de altura, y los próximos segundos hacen la diferencia entre vivir y morir, “todo lo que importa es lo que está pasando en ese momento.”
E importa tanto para Corlis, que a un año del accidente ya está ansioso por tener un nuevo desafío.
Medidas de prevención
Para minimizar los riesgos en la medida de lo posible Jokke Sommer, famoso volador de proximidad, aconseja seguir ciertos pasos para evitar accidentes, aplicables para quienes ya tienen una larga carrera en este deporte.
Primero, tener una salida limpia en lugar de sólo aventarse al vacío con los brazos y piernas abiertas, dar un paso atrás antes de lanzarse, y hacerlo con las extremidades cerradas, para abrirlas ya en la caída.
“Es bueno pasar unas horas en Google Earth la noche anterior al vuelo”, para conocer el terreno, pero es recomendable volar sin pasar cerca de la tierra antes de la prueba final. Además, recomienda tener una ruta de escape por si algo sale mal con el plan original.
Trajes a la medida
El ser humano siempre ha tenido el deseo de volar, hecho que lo ha llevado a intentar las cosas más extremas, pues incluso Leonardo Da Vinci concibió un paracaídas que diseñó en formal piramidal.
Con el paso del tiempo los intentos por emprender el vuelo continuaron, pues en la década de los treinta hubo quienes fabricaron trajes con telas comunes, aunque los esfuerzos fueron infructuosos, hasta la época actual, en la que se confeccionan con la última tecnología en fibras sintéticas y son ergonómicos para que el cuerpo humano sea el marco de las membranas desplegables.
El primero con estas características se vendió en 1998, pero ahora un traje de principiante puede costar hasta 600 dólares, aunque uno más avanzado duplica o triplica esa cantidad.
Surcan los aires
Los pasos para volverse un volador de proximidad son:
Empezar con paracaidismo. En Estados Unidos se necesita que una persona practique 500 saltos en paracaídas antes de aventurarse al vuelo de proximidad.
Hacer un salto desde un puente antes de un precipicio en una montaña. Se recomiendan 50 sin un traje de vuelo, es decir sólo con el paracaídas.
Comenzar vuelos con wingsuit, que no es lo mismo que el vuelo de proximidad. En éstos se salta desde el acantilado, pero sin pasar cerca de éstos.

