
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de marzo.- Las noches de fin de semana la calle República de Cuba se transforma de una vialidad semi abandonada y sin atractivo, a ser el punto de mayor actividad nocturna en el Centro Histórico, donde han ocurrido crímenes de odio, se registra venta de droga y la gente bebe en la vía pública.
Las noches de viernes y sábado, 19 bares y cantinas repartidas en el tramo que va de Allende a Eje Central, además del tramo de Allende que va de Cuba a Donceles, convierten a esta zona en un sitio de alto riesgo, de acuerdo con autoridades capitalinas y habitantes del entorno.
Víctor Zavala es uno de los vecinos que llegaron hace unos diez años a repoblar el Centro. Ha visto como Cuba pasó de ser una calle olvidada, donde la gente se aventuraba por las noches a ir al bar La Perla o a la cantina Río de la Plata. No había más.
Ahora, hay una veintena de establecimientos a los que acuden hasta cuatro mil personas por noche.
“La zona no está preparada para eso: no puedes abrir tantos lugares sin medidas de seguridad suficientes, ni habilitada para recibir tantos autos.
“Aunque pongas cien policías en la calle, tarde o temprano ocurren incidentes, peleas, y con tanta gente se convierte en un buen mercado”, destacó Zavala.
De acuerdo con estimaciones de vecinos entrevistados en esa zona y de autoridades, se calcula que a cada establecimiento acuden, en promedio, unas 200 personas por noche, lo que da unas cuatro mil personas por jornada, aproximadamente.
Es tal la magnitud de automovilistas que llegan a la calle Cuba, que se cambió su sentido para desembocar hacia el Eje Central y evitar el tapón que se formaba al ingreso de la vialidad. Además, la policía utiliza “transitambos” desde República de Chile hasta Eje Central en el lado norte de la calle, para evitar que se estacionen los autos.
La Autoridad del Centro Histórico reconoce que esa zona es la más preocupante por la venta de droga, las peleas callejeras y los crímenes de odio, que ya repercutieron en el asesinato de un chico gay.
“Es una zona necesaria. Los jóvenes deben tener acceso a todo tipo de lugares. No se puede criminalizar”, aseguró Alejandra Moreno, titular de la Autoridad del Centro Histórico.
Personal del Fideicomiso del Centro Histórico reconoció que este paraíso de las barras libres, los “cubetazos” y la venta de cerveza a 15 pesos es la razón de la popularidad entre jóvenes. Debido a lo barato de la cerveza, el nivel de alcoholización entre quienes asisten a esa zona es alto.
También se acepta que tras la salida del Sector Centro de la policía del Callejón del 57, a unos metros de los establecimientos, se relajó la seguridad.
El 27 de enero pasado, Roberto Zamudio, de 32 años de edad salió del bar Viena. Abrazó, besó y tomó de la mano a su novio en la acera norte de Cuba, a unos metros del bar.
Desde un auto, tres hombres les reclamaron airadamente su conducta. Roberto respondió los insultos y retó al hombre que iba en el asiento del copiloto. Ambos se enfrascaron en una pelea que terminó cuando el agresor sacó una pistola y disparó en el pecho de Roberto, quien murió.
No es el único episodio de violencia que se ha registrado en la zona. Las peleas abundan y llegan a involucrar a decenas de personas.
De acuerdo con autoridades capitalinas, se detectó venta de droga en el bar Capital, que fue clausurado temporalmente pero que ya está reabierto.
“Tal vez ya abrieron con otros dueños, con políticas de seguridad diferentes”, confiaron autoridades capitalinas.
Apenas el fin de semana pasado, la delegación Cuauhtémoc impulsó un programa de regularización de establecimientos mercantiles en el Centro Histórico de la ciudad, en un intento por que los “antros” de Cuba mejoren sus condiciones de seguridad.
En el Instituto de Verificación Administrativa (Invea), sólo se espera la solicitud de la demarcación para revisar los establecimientos.
“Casi todos los locales que hay en Cuba son clausurables porque no tienen salidas de emergencia, no cuentan con programas de protección civil”, señalaron funcionarios de la Dirección Jurídica y de Gobierno de la delegación Cuauhtémoc, entrevistados sobre la situación de la calle Cuba.
La actividad de la calle Cuba es vigilada por policías que estacionan patrullas en cada esquina, encienden torretas y vigilan que no haya peleas o consumo de alcohol en la vía pública.
Se trata de una tarea titánica. Las patrullas van y vienen de la calle Cuba con gente a bordo de sus unidades hacia el Juez Cívico, ubicado en la esquina de Paraguay y Brasil, a unas cuatro cuadras de distancia de la aglomeración de “antros”.
Fuera del centro de justicia, alrededor de las 03:00 horas del domingo, hay decenas de personas que esperan noticias de sus amigos o familiares detenidos por beber en la vía pública.
En tanto, a esa hora, en República de Cuba la fiesta continúa. Los bares cerraron y desalojaron sus locales. Para evitar tirar la cerveza que queda en las botellas, entregan a los parroquianos vasos desechables. Es entonces que Cuba se convierte en un bar al aire libre para el que, como aseguró Víctor Zavala, pareciera no haber seguridad suficiente.





