
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de marzo.- La situación mexicana —a partir de la existencia de grupos delictivos sin ideología que, sin embargo, son capaces de controlar algunas áreas y desplegar grupos militarizados—, puede ser el conflicto del futuro en muchas partes del mundo y, de ser resuelta, un ejemplo a seguir, indicó un reporte del International Crisis Group (ICG).
La organización, con sede en Bruselas, presentó ayer en la capital mexicana su reporte El Desafío de Peña Nieto: los cárteles criminales y el estado de derecho en México.
Los oradores calificaron como una situación extraña lo que vive el país y se preguntaron: “¿Cómo un país que es la 14 economía del mundo y tiene una sociedad sofisticada convive con una violencia tan severa?”
De acuerdo con el documento, los cárteles han trascendido el tráfico de drogas y se han diversificado y fortalecido a tal grado que a veces enfrentan a las fuerzas militares con sus propios grupos armados.
El reporte del ICG subrayó que no hay una sola solución para la situación mexicana, sino un conjunto en el que se encuentran medidas, como la creación de una policía civil que permita el retiro de las Fuerzas Armadas y el fortalecimiento de instituciones.
“Si (Enrique) Peña Nieto no construye un sistema policial y de justicia efectivos, la violencia pede continuar o empeorar. Sin embargo, los progresos institucionales y los programas sociales más eficientes y exhaustivos podrían significar una verdadera esperanza para una paz y una justicia sostenibles”, consignó el documento.
El ICG hizo notar que la fuerza de los grupos criminales ha creado cuestionamientos al estado de derecho, no sólo en su acción, sino en sus respuestas, como los llamados grupos de autodefensa.
Pero al mismo tiempo, las interrogantes respecto a la situación fueron parte de los planteamientos en una conferencia de prensa en la que Javier Ciurlizza, director del ICG para América Latina, destacó el impacto de la criminalidad de México sobre el “triángulo norte” de Centroamérica por ejemplo (constituido por Guatemala, Honduras y El Salvador).
Ciurlizza precisó que de unos cinco años a la fecha la ruta de la cocaína ha variado y que si bien antes el 20 por ciento de la droga era almacenada en Centroamérica antes de ser enviada a Estados Unidos ahora es el 80 por ciento.
La información disponible indica que de unos cinco años a la fecha, los pequeños y medianos cárteles colombianos llevan su droga a Centroamérica y de ahí a México mediante el “trabajo esclavo” de migrantes, sobre todo hondureños y guatemaltecos, pero también de otras nacionalidades.
Agregó que esa situación explica en buena parte las matanzas de migrantes en las rutas que siguen los indocumentados hacia el norte.
Ciurlizza hizo notar “lo poco que se entiende” la situación de México a pesar de ser lo que calificó como “un país tan diagnosticado”.
Nada de lo que comentaron él, el vicepresidente especial del ICG en Washington, Mark Schneider o el moderador del evento, Alejando Hope, explica la brutal violencia de los grupos criminales, una que para Ciurlizza no puede ser más que un intento de intimidar no sólo a sus oponentes, sino a miles de personas alrededor de ellos.

