
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de noviembre.- Los chilenos acuden mañana a las urnas para escoger a su nuevo presidente, en una elección en la que la ex mandataria Michelle Bachelet es favorita absoluta con un plan de reformas al modelo económico y a la Constitución legada por Augusto Pinochet.
Bachelet, una socialista de 62 años que en 2006 se convirtió en la primera mujer en llegar a la Presidencia de Chile, lidera todos los sondeos, con 47% y podría ganar en primera vuelta.
De sus ocho rivales, la mejor colocada es la ex ministra del Trabajo, la derechista Evelyn Matthei, que llega a la fase final con apenas 14% de las preferencias electorales.
Médico pediatra y madre separada con tres hijos, Bachelet se postula por la “Nueva Mayoría”, una alianza de socialistas, demócrata-cristianos y comunistas.
La carismática ex mandataria promete un nuevo ciclo con varias reformas; entre ellas una tributaria, otra a la educación y una nueva Constitución que acabe con la legada por la dictadura pinochetista (1973-1990).
“Chile ha cambiado y hoy es un país más activo y con mayor conciencia de sus derechos”, dijo Bachelet en marzo, cuando anunció su decisión de volver a postularse.
Ella ha dicho que quiere corregir las inequidades en un país que presenta envidiables tasas de crecimiento y estabilidad económica, pero que tiene el mayor índice de desigualdad social, según informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“Terminar con la desigualdad” en una sociedad que goza de un sano crecimiento y una envidiable estabilidad, pero que tiene enormes brechas en la distribución del ingreso es la promesa de la ex mandataria.
Bachelet promete un aumento progresivo de los impuestos a las empresas, para recaudar unos ocho mil millones de dólares e inyectarlos a la educación; uno de los focos de descontento social.
También prometió gratuidad a nivel universitario en seis años y acabar con un sistema de “copago” en colegios que reciben subvención del Estado.
Con estas propuestas, Bachelet busca hacerse eco de las exigencias del poderoso movimiento estudiantil chileno, que en 2011 protagonizó multitudinarias marchas en reclamo de una educación pública, gratuita y de calidad.
Para hacer los cambios, necesita una amplia mayoría en el Congreso, que también se renueva mañana.
El plan de Bachelet ha sido criticado por el gobierno y por Matthei, a tal punto, que la postulante del pacto gobernante ha dicho que el programa de la coalición de centroizquierda es el de la “Alemania Oriental”, mientras que el suyo es el de “la Alemania de Merkel”.
Matthei también se opone a cualquier reforma porque, a su juicio, a los ciudadanos no les importa el tema. Agrega que una nueva Constitución requiere años de discusión en los que los políticos estarán más preocupados por cómo alcanzan mayores cuotas de poder en lugar de crear empleo y mejorar los salarios, la salud y la educación.
En esta ocasión, los ciudadanos harán uso del voto voluntario, y no obligatorio. La inscripción automática en el censo supone la incorporación de casi cinco millones de potenciales votantes al antiguo registro formado por 8.5 millones de electores, que estaban obligados a votar por ley.
Estos cambios son fruto de una reforma política emprendida por el presidente Sebastián Piñera y apoyada por todos las fuerzas parlamentarias, incluida la oposición, que sin embargo ha criticado el hecho de que miles de chilenos que viven en el extranjero sigan sin poder sufragar.
Estos comicios, en los que también se renueva toda la Cámara de Diputados y una tercera parte del Senado, pasarán a la historia porque por primera vez se presentan nueve candidatos presidenciales y, además, los chilenos podrán elegir a sus consejeros regionales, cargos de bajo perfil político, pero de suma importancia administrativa, toda vez que son los encargados de gestionar el presupuesto asignado a los diferentes ministerios.
Si se cumplen los pronósticos y Bachelet gana, será la primera vez que una mujer es reelegida al frente de la Presidencia.
Entre los candidatos rivales de Bachelet están, además de Matthei, el candidato populista de derechas Franco Parisi, y el presidente del Partido Progresista, Marco Enríquez-Ominami. El resto de los aspirantes apenas figuran en las preferencias de votos.
La encuesta del Centro de Estudios Públicos, la más prestigiosa de cuantas se realizan y que fue dada a conocer hace dos semanas, es la que da a conocer una intención de voto de 47% para Bachelet y 14% para Matthei.
Expertos en Chile auguran que la economía chilena, que ha crecido de 4.5 a 5% los últimos cuatro años, con bajos índices de desempleo e inflación, recortará su expansión, y que las inversiones privadas se volverán esquivas ante un posible cambio en las reglas del juego económico.
Pero Bachelet no se inmuta. Ella asegura que su programa es “serio y responsable” y que si el país que dejó cuando entregó la banda presidencial para asumir su cargo en Nueva York, como directora de ONU mujeres, ya no es el mismo, ella tampoco.
Hija de un general de aviación asesinado por la dictadura de Pinochet, torturada y enviada al exilio junto a su madre, su historia de vida también es vista con optimismo en un país que busca dejar atrás sus traumas 40 años después de instalado el régimen.
Su ventaja de más de 30 puntos con Matthei, refleja la profunda crisis de la derecha chilena, que como nunca enfrentó dificultades para nominar a su candidato y debió hacer frente a una conmemoración que la confrontó de lleno a su pasado: los 40 años de la instalación de la dictadura de Pinochet.
Bachelet podría ganar en primera vuelta, algo que no ocurre desde 1993. Un triunfo en primera vuelta dependerá de la cantidad de votantes. Se cuenta con un padrón de más de 13 millones de personas, en el que se espera voten de siete a nueve millones.
La ex mandataria llamó a sus seguidores a votar para evitar una segunda vuelta, programada para el próximo 15 de diciembre.




