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Recuerdan ocupación argentina en las Islas Falkland

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PORT STANLEY,  1 de abril.— Mañana se cumplen 31 años de la invasión del ejército argentino a las Islas Falkland, pero Eric Goss, nacido en esta tierra rodeada por el océano Atlántico, recuerda como si fuera ayer la ocupación que dejó una profunda huella en la memoria de sus habitantes y ocasionó la muerte de 904 soldados y tres civiles.

Goss mira por el retrovisor mientras conduce una camioneta cuatro por cuatro rumbo a Wireless Ridge y el monte Longdon, escenarios de la refriega entre argentinos y británicos, y mientras el vehículo se tambalea por el camino inestable relata la manera en que él y la población de la granja de Goose Green resistieron la ocupación.

“Todo fue frenético, estaba muy molesto cuando llegaron a las Falkland, pero sobre todo cuando llegaron a mi granja, y es que así la consideraba porque yo era responsable de ella y las 150 personas que vivían ahí”.

A 77 kilómetros de distancia de Port Stanley, la capital de las islas, la comunidad de Goose Green formada por una veintena de casas, fue el campo de la primera batalla terrestre del conflicto bélico que inició Argentina, gobernada por la dictadura militar de Leopoldo Galtieri, para recuperar la soberanía del archipiélago con el desembarco de fuerzas militares.

Los elementos del ejército argentino arribaron el 2 de abril de 1982 a las Islas Falkland y un día más tarde invadieron por aire las poblaciones de Goose Green y Darwin –donde se estableció una base aérea improvisada– que estuvieron ocupadas por un mes y 25 días. Durante este tiempo Eric Goss se encargó de mantener relaciones “frías y coordinadas” con los soldados argentinos, quienes le exigieron comida y techo.

“Desde el primer día los soldados vinieron a mí y había un soldado que hablaba inglés, así que yo le pedí que cuando necesitara algo se dirigiera siempre a mí, para evitar que tuviera otros encuentros con los habitantes”, comentó Goss en una charla con la enviada de Excélsior.

“Todavía recuerdo que observaba a los soldados sin armas y ropa apropiada para soportar el frío y viento que azotaba Goose Green, y me atreví a preguntarle al oficial que los dirigía –¿Qué tipo de guerra vienen a pelear si no tienes suficientes armas ni unos buenos sacos para dormir? Y él me dijo: tu tono me está molestando y te voy a disparar uno de estos días–”.

Al cabo de un mes, el dirigente de los soldados confesó a Goss que por cuestiones de seguridad tendría que reunir a los hombres y mujeres de esa granja en un mismo sitio: “el primero de mayo nos encerraron a todos en la iglesia y por un mes fuimos prisioneros de guerra, creo que algunos de ellos eran bastante jóvenes y con familia por eso es que pudimos negociar abastecer de alimento y ropa a la comunidad durante todo el tiempo antes de la batalla”.

Como bien señala Goss, los elementos de la milicia argentina eran jóvenes de entre 17 y 22 años, que fueron enviados a la guerra con menos de un año de instrucción militar.

El hombre de 72 años, que ahora trabaja como guía turístico, prosigue su relato lenta y detalladamente, y parece no reparar en que en gran medida fue responsable de que los isleños estuvieran a salvo durante el tiempo de la ocupación, así como en los tres días que ocurrieron las batallas por tierra y aire entre ambos ejércitos hasta que las fuerzas armadas británicas abatieron a los soldados argentinos, quienes se rindieron el 29 de mayo de 1982.

“Resistimos de la mejor manera que pudimos hacerlo”, afirma Goss seguido de un largo silencio que sólo rompe el viento agresivo que golpea los montes a los que se dirige y que por instantes agita la camioneta que conduce.

El 14 de junio de ese mismo año, es decir 16 días más tarde, las fuerzas argentinas cedieron por completo, luego de perder las batallas en otros puntos estratégicos como el puerto de San Carlos, punto donde arribaron las fuerzas británicas, y Puerto Stanley.

A 31 años de distancia de ocurridos estos hechos, los recuerdos de la invasión permanecen frescos para la mayoría de los habitantes de este lugar, quienes acceden con gusto a contar sus vivencias durante aquellos días.

Resulta curioso que muchos coinciden en que esta guerra es una herida profunda en la historia de las Islas, pero ayudó al progreso de lo que ellos consideran su país.

“Fue un evento trágico, pero creo que ayudó al desarrollo de mi país porque después de eso el gobierno en Londres puso más atención a las necesidades de las personas de aquí, además estableció la base militar en Mount Pleasant, que ha ayudado en muchos aspectos a este país”, afirmó un Kyle Biggs, joven de 26 años que sólo conoce de la guerra por las historias que le cuentan sus padres pero que al mismo está consciente de cada detalle ocurrido antes de que él naciera.

Arena política

El paso del tiempo no ha disipado la controversia de la que son objeto este conjunto de islas de abundantes riquezas naturales. Si bien ahora el conflicto entre Argentina y Gran Bretaña se desarrolla en el plano diplomático, durante los últimos años el cruce de declaraciones entre dirigentes y responsables de política exterior de ambos países ha escalado en tensión.

El gobierno de Cristina Fernández insiste en instaurar negociaciones con el gobierno de Reino Unido para discutir la soberanía de las islas, que en Argentina y América Latina se conocen como Las Malvinas.

Sin embargo, la administración del premier inglés, David Camerón, se ha negado todo este tiempo a negociar argumentando que mientras los habitantes del archipiélago quieran seguir siendo un territorio británico de ultramar defenderán dicha decisión.

Con ello coincidió Nigel Haywood, gobernador de las Islas Falkland, quien aseveró que no es Gran Bretaña quien desea que permanezcan como parte de sus territorios de ultramar sino 99.8 por ciento de los isleños que desean continuar con su estatus político.

En entrevista con Excélsior, el gobernador y representante del gobierno de Reino Unido en ese territorio, señaló que las medidas que el gobierno argentino ha tomado para detener el desarrollo social y económico de las islas hacen menos probable relaciones de negocios o de concordia con el país latinoamericano.

“El gobierno argentino en este momento ha llevado a cabo varias medidas para dañar la economía y el desarrollo social de las Falkland, restricciones en navegación, intentos de dañar a la industria pesquera, en comunicación y creo que la dificultad de eso es que se convierte más y más difícil imaginar buenas relaciones entre las Islas y Argentina”, dijo Haywood, quien además calificó este era el mayor desacierto en la administración de Fernández en materia de relaciones diplomáticas.

Por otra parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Héctor Timerman, insistió el pasado miércoles ante la sede de la ONU, en entablar negociaciones con Gran Bretaña y calificó de ilegal y lamentable el referéndum celebrado 10 y 11 de marzo de este año, en el que 99.8 por ciento de los habitantes expresaron que deseaban permanecer bajo el actual estatus político.

Misma historia diferente visión

Marcelo de Bernadis, voló de Buenos Aires, Argentina, a Punta Arenas en Chile, y más tarde a la base militar de Mount Pleasant en las Islas Falkland, todo con el objetivo de ser el primero en llegar a la meta durante el maratón de Stanley organizado el 17 de marzo y representar a su país junto con otros 11 atletas argentinos.

Marcelo ha visitado decenas de países con el objetivo de participar en sus carreras, sin embargo este representa un lugar especial: “esto no es como correr un maratón en Nueva York u otro país, estamos en un lugar que para todos los argentinos tiene una memoria y una mística muy especial, tenemos aquí a 649 soldados en el cementerio de Darwin, entre otras cosas”.

Sus compañeros de carrera coincidieron en que no hay duda de a qué país pertenecen las Islas: “Alrededor del tema Malvinas no tenemos dudas y coincidimos todos los argentinos y nos une en sentimiento, homogeniza la sociedad argentina, y desde chiquitos nos enseñaron en la escuela que Las Malvinas son argentinas”, afirmó Héctor Eduardo Gallegos, que también está ahí para correr en el maratón.

Sin embargo, aseguran que las diferencias políticas no se reflejaron en hostilidades durante su estancia en las Islas: “hemos corrido con soldados que vienen a cumplir su misión y están lejos de su familia, con los habitantes de la isla, nos hemos cruzado y nos hemos chocado las manos y nos han alentado”, comentó Gallegos a este rotativo.

Por otro lado, María Florencia Musante aseveró que lo que prevaleció en el viaje de ella y sus connacionales es el espíritu deportivo y el objetivo de honrar a los caídos de una guerra que consideran los argentinos fue totalmente “no deseada”: “con todo que fue una guerra que nadie en Argentina quiso y valoramos la participación de los jóvenes británicos, sobre todo de los jóvenes argentinos y los honramos”.

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Autor : 
María Fernanda Navarro /Enviada
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