
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de marzo.- Cuando el presidente Raúl Castro dijo que para 2018 dejará el poder sin buscar reelección, anunció también una respuesta a la pregunta de lo que será Cuba sin un Castro al frente y cómo espera mantener su sistema socialista de gobierno.
De hecho, expertos no cubanos consultados por el centro de análisis Diálogo Interamericano, de Washington, creen que la respuesta está en un enfoque dirigido a los jóvenes.
Pero para los actuales adultos será difícil acostumbrarse a una nueva figura, sobre todo después del liderazgo que consolidaron Fidel y Raúl Castro desde el triunfo de la Revolución en 1959.
El aparente sucesor designado, el ahora vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, es “una sorpresa” porque es poco conocido fuera de Cuba, como subrayó Stephen Wilkinson, presidente del Instituto Internacional para el Estudio de Cuba.
Díaz-Canel está ahora en el foco de la curiosidad de los interesados en Cuba, precisó, pero ha viajado muy poco como para entablar una buena relación con diplomáticos de otras naciones, destaca Diálogo Interamericano.
Hasta donde se sabe, Díaz-Canel no sale de ninguna familia que haya combatido en la revolución y mucho menos es una figura militar, dos características que podrían generarle obstáculos a la hora de liderar la isla, apuntó Wilkinson.
Pero al mismo tiempo es un hombre nacido y criado bajo la bandera de la Cuba socialista. Será también el encargado de preservar y al mismo tiempo de continuar la evolución del sistema instaurado por Fidel y su sucesor y hermano Raúl Castro, que sorprendió al mundo el pasado 24 de febrero, luego de que el Parlamento cubano lo reeligiera para dirigir al país los próximos cinco años, al declarar que no buscaría otro mandato.
Fue durante esa sesión parlamentaria, en la que estuvo presente su hermano Fidel, cuando el mandatario dijo: “Tengo derecho a retirarme, ¿no lo creen?”.
En la misma reunión, llevada a cabo en el Parlamento de Cuba, se determinó que Díaz-Canel se convertiría en el primer vicepresidente de la isla, una posición que lo hace el sucesor directo de Raúl y el hombre que pondría fin a la era, de casi medio siglo, de los Castro.
“Es de tontos tratar de descifrar que (Raúl) tenía en mente el liderazgo de Cuba cuando nombró a este incondicional del Partido Comunista como vicepresidente”, afirmó Peter Hakim, miembro del Consejo Asesor y presidente emérito de Diálogo Interamericano, en referencia a la designación de Díaz-Canel como segundo al mando.
“La elección de un sucesor relativamente joven, considerado como un tecnócrata y un gerente sumamente competente, sugiere que los gobernantes saben que el país debe reorganizarse y que sus actuales acuerdos económicos y políticos son anacrónicos e insostenibles”, señala Hakim.
Luego de que Raúl Castro afirmara en febrero pasado que él y su hermano habrían hecho su mejor esfuerzo por mantener a Cuba estable, se escucharon quejas de algunos opositores que afirman que lo único que han recibido de ellos es represión.
Pero por otra parte, muchos simpatizantes de los Castro han hecho hincapié en las reformas que el gobierno de Raúl ha emprendido en los últimos meses, como quitar el candado a la aprobación de pasaportes para salir de la isla.
Hakim apuntó que “como el resto de las otras 34 naciones del continente americano dirigidas por gobiernos electos, la jerarquía cubana debe estar al tanto de que la coerción y el control no son formas inteligentes de gobernar en estos días; la Primavera Árabe debió haberle refrescado la memoria a los líderes cubanos”.
Raúl Castro es el presidente de Cuba desde el 24 de febrero de 2008, aunque desempeñaba el cargo de presidente interino desde el 31 de julio de 2006.
Vasto curriculum
Miguel Díaz-Canel, de 52 años de edad, fue profesor universitario y primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en las provincias de Villa Clara y Holguín. En 1991 fue nombrado miembro del Comité Central y en 2003 ascendió al Buró Político del PCC.
El ahora vicepresidente pertenece a un grupo de líderes partidarios que dirigieron provincias y que tuvieron margen para tomar sus propias decisiones sin cuestionamiento alguno.
De acuerdo con Wilkinson, el ahora vicepresidente es miembro de una generación que se benefició de los avances sociales que se llevaron a cabo en años pasados y fue seleccionado con sumo cuidado, ya que no es miembro de ninguna de las familias importantes que combatieron en la Revolución Cubana.
Sin contacto con Estados Unidos
El presidente del Instituto Internacional para el Estudio de Cuba añadió que la falta de contacto previo con Estados Unidos también es un elemento importante a considerar. “En su calidad de personaje desconocido, será más difícil de influir o de predecir. Tiene un expediente impecable como miembro del partido, parece ser modesto y, obviamente, es muy trabajador.”
No haber tenido ningún acercamiento con algún líder estadunidense es un arma de doble filo: por un lado podría beneficiarlo para construir una relación de la que pueda resultar al menos una proximidad, y por otro sería perjudicial pues no conoce de lleno la manera en la que se desempeñaron los Castro, puntualizan los especialistas.
Wilkinson opinó que si Díaz-Canel ocupa la más alta magistratura seguirá a la sombra de los miembros de la generación que luchó en la revolución, muchos de los cuales no son tan viejos como los hermanos Castro. “Esteban Lazo Hernández, quien acaba de asumir la presidencia de la Asamblea Nacional, es uno de esos ejemplos. Tiene 68 años y peleó en la revolución siendo todavía un niño. Incluso, bajo la nueva regla de dos periodos de gobierno ¡podría mantenerse todavía en el cargo en 2022!”
De cualquier modo, la lección que pueden sacar de todo esto quienes hacen la política de Washington es tomar conciencia de que esperar por la muerte de los hermanos Castro es una pérdida de tiempo, asevera.
En tanto, Kirby Jones, doctor en medicina y presidente de Alamar Associates, destacó para Diálogo Interamericano que “es imposible saber qué va a hacer Miguel Díaz-Canel como presidente de Cuba. Se sabe muy poco de él y no hay la posibilidad de tener una bola de cristal lo suficientemente clara como para ver de aquí hasta 2018”.
Lo que sí es previsible, afirma, es que ocurrirán demasiados cambios que podrían colocar a cualquier otro al frente de Cuba.
Díaz-Canel no es solamente la primera persona de la posrevolución que ocupa ese
puesto, pues también las mayorías que integran la Asamblea Nacional y el Consejo de Ministros se nutrieron de esa nueva generación.

