
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de abril.- ¿Cómo transformar el recuerdo de una persona en una imagen? Plasmar en un lienzo en blanco un rostro a partir de fragmentos de memoria, es una disciplina conocida como retrato hablado o retrato compuesto.
Esta técnica se inscribe dentro del llamado Arte Forense, el cual se define como la aplicación de medios artísticos y plásticos inscritos dentro de la procuración y administración de justicia para identificar a una persona sin contar con su fotografía.
Para lograrlo los peritos en retrato hablado utilizan el dibujo, técnicas de escultura, de ilustración y todo lo relacionado con el manejo de equipo y software especializado para editar imagen digital.
Miguel Ángel Maldonado Hernández, perito supervisor del área de Arte Forense de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, explica que esta especialidad busca plasmar imágenes de rostros faciales las cuáles son utilizadas como instrumentos de investigación.
La tarea no es fácil, ya que el último censo advierte que hay poco más de 112 millones de mexicanos, 48.8 por ciento de hombres y 51.2 por ciento de mujeres y cada uno de ellos cuenta con características fisonómicas únicas, aunque el fenotipo es el mismo.
Tradicionalmente el retrato hablado o compuesto era elaborado por artistas del lápiz, cuya formación académica y dominio del oficio les permitía dibujar un rostro humano a partir de una descripción verbal. Actualmente la tecnología predomina y se realizan en computadora.
El retrato hablado, sin embargo, tiene límites, admiten los especialistas. Ariadna Caballero, perito de la Procuraduría del Distrito Federal, pone los puntos sobre la íes: “Obviamente jamás va a ser idéntico (al rostro original) porque estoy trabajando con un recuerdo y éste es imperfecto, va a ser un acercamiento”, porque en su hechura intervienen otras variables como el estrés al que estaba sometida la persona que lo describe o inclusive el ángulo desde donde lo observó.
Muchas de las víctimas de un delito suelen representar a su atacante con un rostro más grotesco de lo que en realidad es, debido al estrés al que fueron sometidos.
En muchas ocasiones el agresor ya había sido visto por la víctima con anterioridad, lo cual facilita mucho su identificación. Cuando eso ocurre es posible acudir a recuerdos en donde el delincuente no representaba un peligro, lo cual ayuda a su identificación.
Miguel Ángel Maldonado Hernández precisa: “Los testigos son los que nos dicen qué tanto se parece o no, pero hay que recordar que ellos sufrieron un hecho bajo un estado de alto estrés, y en ocasiones nos pueden decir que era más feo de lo que es, o más agresivo, o más alto, o más gordo, porque lo vieron o muy cerca o en un ángulo superior a ellos y siempre amenazantes”.
Agrega: “A veces nos pueden decir: ‘se parece’, ‘igualito’, ‘es el mismo’, ‘sólo le falta hablar’, pero cuando ya lo detuvieron , y los ves, sí se parece aunque no es una gota de agua. Realmente este trabajo es para orientar al investigador”.
¿Cómo se hace un retrato hablado?
La Procuraduría del DF cuenta con 48 peritos en retrato Hhblado. Todos ellos trabajan bajo un procedimiento estándar pero el que determina su elaboración es el agente del Ministerio Público (MP), aunque los criterios a veces no son claros.
El MP “debería de mandarnos todos los asuntos pero la verdad es que la incidencia es muy alta, y habría que preguntarle cómo decide, realmente, porque nos hemos dado cuenta es que nos están llegando (pedidos para hacer) los retratos de quienes tienen atrás de ellos, delitos de alto impacto”, reconoce Maldonado Hernández.
El proceso comienza cuando el agente del MP pide la media filiación del delincuente a la víctima y determina, según su criterio, si puede o no haber datos para elaborar un retrato compuesto. Si así lo considera, gira un oficio de intervención a los peritos expertos.
“Lo que vamos a preguntar básicamente son elementos del rostro y algunos datos complementarios como la edad, el sexo, la estatura, la complexión del cuerpo, el color de la piel y de ahí todos los elementos que conforman el rostro: cabello, cejas, ojos, nariz, boca y por supuestos todas sus características, y específicamente algún detalle que pueda individualizar a esta persona. Me refiero, a posiblemente un lunar o una cicatriz”, detalla el funcionario.
En ese punto el perito utiliza el sistema Caramex y en un orden lógico, comenzando por el contorno del rostro, orejas, cejas, ojos, nariz, boca, comienza la elaboración del retrato.
Cada una de estas categorías se subdivide en “muy grandes”, “grandes”, “medianas”, “pequeñas” o “muy pequeñas”, todo de acuerdo a datos estadísticos.
“Vamos conformando un rostro paso a paso y llevamos un procedimiento de arriba hacia abajo hasta que lo tenemos terminado completamente, y entonces empezamos a poner las líneas de expresión que nos pueden dar un poquito de más edad, y nos vamos a la pilosidad que, aparte del cabello, puede estar presente (como
la barba)”. Agrega que el software que utilizan les permite colocar algunos accesorios como gorras o lentes.
La importancia de la entrevista
Algunos “retratistas” aseguran que el éxito de su trabajo radica principalmente en el interrogatorio que aplican a la persona que describirá al agresor, lo que finalmente puede o no, transformase en un rostro identificable.
Maldonado Hernández, explica: “El primer contacto (con quienes describen al atacante) es primordial, ahí es donde nosotros podemos ganarnos la confianza o ponernos de antemano una barrera. Lo fundamental aquí son las técnicas de entrevista que se van a aplicar para que el denunciante, testigo o víctima, se sienta, con cierta confianza”.
Se presume que la entrevista no es la misma para una persona que ha sido víctima de un delito y para otra que lo presenció pero no fue la víctima directa de la agresión. En caso de que las condiciones no sean idóneas la elaboración del retrato se suspende.
De igual forma un delincuente al que se le pide que describa a sus cómplices no reaccionará de la misma forma e inclusive se asume que intentará confundir a los peritos especialistas por lo que debe de aplicarse otra técnica de entrevista.

